He descubierto un
nuevo espacio sólo para mí
Una porción de
universo íntimo
Similar a un spa Zen
de bajo costo.
No está en Chacarilla
Ni en Los Cedros de
Villa
Y tampoco en
Cieneguilla.
Quizás sea algo mínimo
Pero no se necesita
más
Te lo digo, y soy
veraz.
La gente del Banco de Comercio. Nunca se hablan entre ellos. |
Debo hacer una confesión. Desde
hace unos días chapo mi combi. Ya estaba harta de pagar más de mil Lucas mensuales
para tanquear mi Tico. Y bueno, por obvias razones me negaba a utilizar el
transporte público que nuestro país ofrece. Primero porque no me gusta caminar
y tampoco sudar. Menos me gusta escuchar al cobrador gritando “Santa Patricia
Farmacia Musa Musa Musaaaaa”, mientras al mismo tiempo –con habilidad única de
coordinación verbal- le menta la madre a otro cobrador. Y además, por si fuera
poco, escupe. Tampoco tenía ganas de pegarla de temeraria mientras el chofer
maneja como en los mismos infiernos. Y la música: dicen que ya no escuchan como
en mi época a Ada Chura y la Nueva Pasión, a la Koller o Colegiala de mi vida.
Nada. Ahora es algo que se llama “Cumbia Tribal”. Y obvio, a mis 35, quiero que
me cedan el asiento preferencial, ya no quiero que me estrujen, ni que me roben
y menos aún que me punteen.
El centro comercial. |
Bueno, eso pensaba sin siquiera
haberme subido a una. Pensaba, ojo. Tiempo pasado. Ahora, cada mañana, me pongo
mis zapatillas -mismo New York, voy con mis zapatos en la cartera- y prendo mi
MP3 marca MIRAY. Inicio mi recorrido saludando al guachimán del casino de la
esquina. A esa hora me cruzo con una chica que canta y hace el ademán de tocar
batería. Es graciosa. Me cae bien. Bordeo el centro comercial y el sol va
apareciendo a través de los edificios que aún no están terminados. Mismo Miami
Beach, Cuzco, Mancora. Una maravilla. Me encuentro en el camino a los Vallet
Parking, los cambistas –el Tío Elvis, la Norteña y otros que no tienen apodo-.
Luego está la gente del Banco de Comercio, siempre llegan temprano pero nunca
se hablan entre ellos. No entiendo porque.
Antes de subir a mi combi me topo
con el tío que “datea” en el cruce de Aviación y Javier Prado. Toda una
institución. Aunque no se su nombre. Es un hombre cercano a sus setenta, ojiverde, con boina y camisa
de animal print. Parece que lo respetan. Recibe 10 céntimos del cobrador por
cada pasajero que logra hacer subir a cualquier transporte. Ese es su negocio.
El señor ojiverde del cruce de Aviación con Javier Prado. Una institución entre los dateros. |
En mi MP3 tengo todo tipo de
música. Así que voy observando a la gente pasar y voy colocando una suerte de
banda sonora para cada grupo. Solita me río, porque lo disfruto a más no poder.
Y claro, luego paso a alucinarme que soy la cantante y que estoy como en el
video de The Verve caminando, que acompaño a Catherine Zeta Jones en una nueva
versión de Chicago, que canto Under
Pressure con David y Freddie (y que ambos se disputan mi amor), o cuando
Lady Gaga me dice “Hey, come on! Sing with me” y decimos juntas I’m
on The Edge of Glory. Lo
máximo. Llego al éxtasis cuando Sabina en pleno concierto me dedica una que
otra canción en público. Sueño y sueño. Y nunca me canso. Al otro día mejoro
las ensoñaciones y así el mundo sigue dando vueltas. Y vuelvo a soñar.
Los voy dejando. Antes de hacerlo
debo decir que los limeños lucen tristes. Apurados. Angustiados. Felizmente, en
mi mundo –acaso egoísta-, no tengo idea si los cobradores gritan, nunca los
escucho. Tampoco advierto en las bocinas. Solo veo los gestos. Para mí es
suficiente para arribar a mi destino. No sé si cuando bajo y digo “gracias”,
ellos la devuelven. Pero veo que les causa sorpresa y me agrada. Me hace sentir
bien.
Me recuerda a Pittsburgh otoñal. |
Mi paradero final es en La
Molina. Tiene árboles y el sol se cuela entre las ramas. Y ellas le permiten su
paso, pareciera que con coquetería. Hay un surco de agua (creo que sale de una acequia,
igual se ve bien), que luce como un riachuelo. Y toda la escena me recuerda a
los bosques en Pittsburgh.
Este es mi viaje –en todos los
sentidos- de S/.1 Nuevo Sol.
Revitalizante. Alucinado.
Solo mío.
Normalmente reviso el correo o face en un momento de la mañana que estoy relejado sentado en el baño...demoro no más de 4 minutos. Esta vez lleve casi 10 y digo sentado incluso escribiendo, que es más difícil con estos minis celu...
ResponderEliminarYa mi hija toca la puerta y me dice papá que haces APURATEEE . Cómo explicarle que la lectura me transportó a mi linda época universitaria donde trepado a un ENATRU de esos tiempos o micro también me ponía mi wallman con Cassette y pilas alcalinas y mi lapicero para girar la cinta y así ahorrar la energía, con suerte no se comía la cinta sino aplicar desarmador y un corte que al escucharlo resultaba una suerte de mezcla de estos tiempos....
El hecho es que me divierte mucho leerte . Te quiero mucho, gracias por eses talento maravilloso.
Tio Pp
jajaja gracias princiiii. justo pensaba la vez pasada q los smarthphones han suplantado en los baños a los comics, periódicos, revistas, etc. que bueno que el blog haya servido para llevarte a esa época. es en parte la mia tamb (y claro tu me enseñaste mucho de eso), epoca con casetes que habia que darle vuelta con lapiceros jaja que buena. te quiero princi también, graciasp or tus palabras.
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