viernes, marzo 01, 2013

El placer de viajar… en COMBI



He descubierto un nuevo espacio sólo para mí
Una porción de universo íntimo
Similar a un spa Zen de bajo costo.
No está en Chacarilla
Ni en Los Cedros de Villa
Y tampoco en Cieneguilla.
Quizás sea algo mínimo
Pero no se necesita más
Te lo digo, y soy veraz.


La gente del Banco de Comercio.
Nunca se hablan entre ellos.
Debo hacer una confesión. Desde hace unos días chapo mi combi. Ya estaba harta de pagar más de mil Lucas mensuales para tanquear mi Tico. Y bueno, por obvias razones me negaba a utilizar el transporte público que nuestro país ofrece. Primero porque no me gusta caminar y tampoco sudar. Menos me gusta escuchar al cobrador gritando “Santa Patricia Farmacia Musa Musa Musaaaaa”, mientras al mismo tiempo –con habilidad única de coordinación verbal- le menta la madre a otro cobrador. Y además, por si fuera poco, escupe. Tampoco tenía ganas de pegarla de temeraria mientras el chofer maneja como en los mismos infiernos. Y la música: dicen que ya no escuchan como en mi época a Ada Chura y la Nueva Pasión, a la Koller o Colegiala de mi vida. Nada. Ahora es algo que se llama “Cumbia Tribal”. Y obvio, a mis 35, quiero que me cedan el asiento preferencial, ya no quiero que me estrujen, ni que me roben y menos aún que me punteen.

El centro comercial.

Bueno, eso pensaba sin siquiera haberme subido a una. Pensaba, ojo. Tiempo pasado. Ahora, cada mañana, me pongo mis zapatillas -mismo New York, voy con mis zapatos en la cartera- y prendo mi MP3 marca MIRAY. Inicio mi recorrido saludando al guachimán del casino de la esquina. A esa hora me cruzo con una chica que canta y hace el ademán de tocar batería. Es graciosa. Me cae bien. Bordeo el centro comercial y el sol va apareciendo a través de los edificios que aún no están terminados. Mismo Miami Beach, Cuzco, Mancora. Una maravilla. Me encuentro en el camino a los Vallet Parking, los cambistas –el Tío Elvis, la Norteña y otros que no tienen apodo-. Luego está la gente del Banco de Comercio, siempre llegan temprano pero nunca se hablan entre ellos. No entiendo porque.

Antes de subir a mi combi me topo con el tío que “datea” en el cruce de Aviación y Javier Prado. Toda una institución. Aunque no se su nombre. Es un hombre cercano a sus setenta, ojiverde, con boina y camisa de animal print. Parece que lo respetan. Recibe 10 céntimos del cobrador por cada pasajero que logra hacer subir a cualquier transporte. Ese es su negocio. 


El señor ojiverde del cruce de Aviación
con Javier Prado. Una institución
entre los dateros.
En mi MP3 tengo todo tipo de música. Así que voy observando a la gente pasar y voy colocando una suerte de banda sonora para cada grupo. Solita me río, porque lo disfruto a más no poder. Y claro, luego paso a alucinarme que soy la cantante y que estoy como en el video de The Verve caminando, que acompaño a Catherine Zeta Jones en una nueva versión de Chicago, que canto Under Pressure con David y Freddie (y que ambos se disputan mi amor), o cuando Lady Gaga me dice “Hey, come on! Sing with me” y decimos juntas I’m on The Edge of Glory. Lo máximo.  Llego al éxtasis cuando Sabina en pleno concierto me dedica una que otra canción en público. Sueño y sueño. Y nunca me canso. Al otro día mejoro las ensoñaciones y así el mundo sigue dando vueltas. Y vuelvo a soñar.
Los voy dejando. Antes de hacerlo debo decir que los limeños lucen tristes. Apurados. Angustiados. Felizmente, en mi mundo –acaso egoísta-, no tengo idea si los cobradores gritan, nunca los escucho. Tampoco advierto en las bocinas. Solo veo los gestos. Para mí es suficiente para arribar a mi destino. No sé si cuando bajo y digo “gracias”, ellos la devuelven. Pero veo que les causa sorpresa y me agrada. Me hace sentir bien.
Me recuerda a Pittsburgh otoñal.
Mi paradero final es en La Molina. Tiene árboles y el sol se cuela entre las ramas. Y ellas le permiten su paso, pareciera que con coquetería. Hay un surco de agua (creo que sale de una acequia, igual se ve bien), que luce como un riachuelo. Y toda la escena me recuerda a los bosques en Pittsburgh.
Este es mi viaje –en todos los sentidos- de S/.1 Nuevo Sol.
Revitalizante. Alucinado.

Solo mío.
 

2 comentarios:

  1. Normalmente reviso el correo o face en un momento de la mañana que estoy relejado sentado en el baño...demoro no más de 4 minutos. Esta vez lleve casi 10 y digo sentado incluso escribiendo, que es más difícil con estos minis celu...
    Ya mi hija toca la puerta y me dice papá que haces APURATEEE . Cómo explicarle que la lectura me transportó a mi linda época universitaria donde trepado a un ENATRU de esos tiempos o micro también me ponía mi wallman con Cassette y pilas alcalinas y mi lapicero para girar la cinta y así ahorrar la energía, con suerte no se comía la cinta sino aplicar desarmador y un corte que al escucharlo resultaba una suerte de mezcla de estos tiempos....
    El hecho es que me divierte mucho leerte . Te quiero mucho, gracias por eses talento maravilloso.
    Tio Pp

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    1. jajaja gracias princiiii. justo pensaba la vez pasada q los smarthphones han suplantado en los baños a los comics, periódicos, revistas, etc. que bueno que el blog haya servido para llevarte a esa época. es en parte la mia tamb (y claro tu me enseñaste mucho de eso), epoca con casetes que habia que darle vuelta con lapiceros jaja que buena. te quiero princi también, graciasp or tus palabras.

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