domingo, septiembre 25, 2011

Medidas de amor desesperadas, Atari y mi primera menstruación

Febrero 15, 1989

Estoy gorda. No me gusta ser asi. Fui al gimnasio de Isabelita y Rafael (él era gay. Inclusive en esa época sabía lo que significaba, aunque les decíamos CHUTS, exactamente no se porqué, creo que tiene que ver con algo de El Chavo del Ocho. Tontamente, ella siempre estuvo enamorada de él). Jugué carnavales con Jose Carlos (mi vecinito, ya crecidito, con quien gracias a Facebook nos hemos vuelto a encontrar) y Rochi (mi hermana) en la azotea, y mojamos a chicas. Una tocó la puerta y le dio las quejas a mi mamá. Me asusté. Mi mamá no dijo nada.

                                              Rochi, José Carlos y yo. (Cumpleaños de JC).
                       


Febrero 16, 1989
Amigo diario, hoy me dio la menstruación. Fue horrible. Mi calzón rojo lo tiré en la tina. No quiero que mi mama lo vea. Pero mi mamá lo vió y le pedí llorando que no le cuente a mi papá y le contó. Todos lloramos. Tengo pena, lloro mucho. No se que hacer. La Mimosa es gorda y me molesta mucho. Mi mamá me ayudó a ponérmela. Luego fuimos a comprar a TODOS. Jugué Froger y Pitufos en el Atari con Jose Carlos y Rochi . Fuimos a alquilar VHS y vi Tron. 

                      En esa época compraba en Monterey y Todos de Pueblo Libre, ahora creo que hay un Metro en Sucre.
                                                                                                  
Febrero 17, 1989
Hoy nos llevaron a comer a Kats (¿recuerdan el restaurante de la playa Redondo?)

Cutiti te extraño tanto.
Este poema va para ti:
Somos como dos enredaderas,
entrelazadas por un camino unido.
Unidos por siempre.
Te quiere.
Sandy
Febrero 18, 1989 (llegando al final)
Desayuné y jugué Pitufos en el Atari. No me gusta el sábado porque no hay Cachún Cachún, Días Felices o Tres son multitud. Y en la mañana no dan el Chapulin Colorado, Cobra, Gigi o Pequeño Pony. Me cae bien Camucha y Tu. Almorcé y luego vi Sabado Gigante. No podré ver Ferrando ni Risas y Salsa, porque me voy al santo de Lorena (hoy Mallory Knox, mi vecinita, hermana de José Carlos). Mis papas se fueron y yo me quedé en la casa. Llamé a personas y me seguían la corriente, ya tengo tres teléfonos de chicos, son bárbaros: Jorge, Gustavo y el sr. Ruiz: 631893 - 635292 - 678594.

Cutiti te he escrito algo, quiero decirte que:
En el cielo brilla una estrella,
en la mañana el sol,
en la noche la luna
y en la tarde nuestro corazón.

Ya falta poco para volver al colegio. Mañana voy a hacer algo por ti, amor.
Febrero 19, 1989
Hoy he escrito en hojas muchos papelitos diciendo: TE AMO CUTITI, los he cortado, los he puesto en una bolsa. Los regué en todo el parque para ti, quizás encuentres uno y sepas que alguien te ama. Leelos por favor.
(Tontamente puse que lo amaba, y recuerdo hoy que no los firmé, no puse mi nombre ni nada. Tarada).


domingo, septiembre 18, 2011

Mi primer amor

Era verano del 89. Un día salí a montar bicicleta y me enamoré –literalmente- del primer niño que vi. Le decían Cutiti. Estaba loca por él. ¿Qué será de su vida? Pues no tengo la menor idea. Lo cierto es que ni recordaba que existía, pero leyendo mi diario me he dado cuenta que la cosa iba en serio. Lo conocí cuando daba una vuelta por el parque Simón Bolívar en Pueblo Libre. El chico me encantó. Fue amor a primera vista. Y no sé porqué: era desaliñado -cochino diría hoy-, zapatillas blancas de lona de los Invencibles de Coyama, llevaba siempre el polo blanco y el buzo verde hoja del colegio Agustiniano. Y cuando digo siempre, es siempre. Para enterarme de su nombre tuve que dar como 18 vueltas al parque y esperar a que uno de sus amigos grite su nombre.Y para una niña gordita como yo, el físico no me permitía dar tantas vueltas al parque. Pero el amor que sentía por él, si. Ya andaba medio cansada, casi sin aire y pedaleando lento. Pero no paré hasta que llegó el momento glorioso. Recuerdo que la pelota calló lejos, el niño corrió y al demorarse sus amigos le gritaron: ¡CUTITI apúrate! Fue el mejor momento –hasta ese día- de mi vida. Con una sonrisa millonaria regresé a casa, como si me hubieran dado el primer beso. El sería mi nuevo amor. Le declararía mi amor eterno. Le daría mi vida. Juntos hasta la muerte, me casaría con el de blanco y sería el padre de todos mis hijos. Aunque él no lo sepa.
Bueno, ahora lean y juzguen como empieza la historia a fines de la década del ochenta. 


Enero 17, 1989
Desayuné. Almorcé un pollo que parecía una paloma y sabes cuánto costó? Un CRIMEN 3,800 Intis. El dolar bajó. Leí cuentos, me cambié para salir y lloré mucho por Cutiti. Salí a manejar bicicleta y me compré una Crush en el puesto de Grimaldo (un gordito bonachón que respetó la crisis y fió mucho). Vi como celebraban el cumpleaños de Horacio Ross y estaba Brunito Pinasco (ya lo amaba desde tiempos inmemoriales). Vi Niña Moza. Querido diario, extraño mucho a Cutiti. Si no lo veo no tendré ánimo para seguir en el viaje del viernes a Trujillo, Chiclayo y Piura con mi familia. TE AMO CUTITI, VEN, VEN, VEN (repetí lo mismo 17 veces más). Bueno ya me voy a dormir. Cutiti estoy haciendo telepatía contigo, espero puedas sentirme.  
                                                   Con mi hermana en el parque Bolívar
                                                            donde conocí a Cutiti


domingo, septiembre 11, 2011

Escribo, luego existo

Llevo ya mucho tiempo sin escribir y eso me inquieta. Es como sentir que la vida es menos productiva, que mi conexión con "el mundo" está dormida. Es una sensación rara, pero escribir le da un respiro a mi alma. Calma mis demonios (que por estos días son muchos) y a veces los acrecienta. Escribir para mí es un oficio necesario, es mi catarsis. Lo hago desde que tengo ocho años en mis diarios (ahora en blogs), día tras día. Y la verdad, no conozco a nadie más que lo haya hecho con esa constancia, rara para una chiquita de esa edad.
Hace unos meses decidí sacar esos cuadernitos de una cajita donde los tenía guardados. Estaban entre fotos y cartas de amigas del colegio. Cerrados con sus candaditos, todos cochinos, llenos de polvo, pero las hojas estaban intactas. Trece años de mi vida escritos. He leido cinco de ellos y ha sido una locura. Revolver cosas que ya había olvidado (o que decidí olvidar) ha sido irónico, triste, gracioso y en cierta forma, inocente. No se si para bien o para mal, me di cuenta que no he cambiado mucho. Claro, más años, más kilos, más canas pero el carácter sigue siendo algo similar: soñadora, cursi, impulsiva, medio estúpida y enamoradiza. 
¿Cuándo me volví así?, pregunté y mi hermana me dijo: "No te volviste así, tu naciste así". Mi mamá que estaba al lado sonrió y concluyó: "Así eres y así siempre serás".
Y yo digo, Ni modo. ¿Por qué no contarle al mundo lo que sentía cuando era una niña?
No me pregunten porque lo hago. Creo que es un pendiente conmigo misma.
Así que ahí vamos.