domingo, diciembre 11, 2011

Quinceañera en el Paraíso Masculino: Oda a Perseo Crovetto (Parte II)

Con mis primos lindos y las chicas. Linda noche, conversando de todo y comiendo cosas ricas.


Setiembre 1, 1992
No sé nada de Perseo. En el paso de Mat voy a salir mal. En Biología saqué cero y en Mate también. Querido Diario, cuando salí del colegio a la salida me encontré a Perseo y Jonathan. Me puse a temblar y me fui rápido.
¿Por qué a veces seré tan tímida? ¿Será el hecho de haber estado en un colegio de monjas y encima de mujeres? Recuerdo que cuando tenía 13, uno de mis primos, Francisco, me invitó a su cumpleaños. Para mí, el sólo hecho de recibir la invitación constituía un estrés inmenso (el cual derivaba en acné) y un dolor de estomago con diarreas incluidas. Iba en el carro con mi hermana y sentía lo que llegué a denominar: Síntoma de pre asistencia a fiestitas infantiles. Al parecer el estómago me dolía cada vez que tenía que socializar, y esa reunión era mi prueba de fuego.
Empecemos con la Odisea. Mi mamá nos compraba ropas similares. Diferentes colores, pero diseños parecidos. El de mi hermana era color durazno, el mío verde agua. Minis y polito bombacho decorado con la cara de una rockera pelucona. A los 13, ya uno no se viste igual a la hermana. Mi madre lo hacía. Me pregunto porqueee porqueeeeee! Era un horror. ¿Es que acaso mi madre no entendía que yo era una señorita? ¿Dónde estaba el sentido de la moda de mi madre? Entiendo que no había plata, pero ¿por qué igual a Rochi? Lo cuento ahora y vuelvo a sentir esos momentos infames de adolescencia. Tengo la cara fruncida de preocupación, como si estuviera por pasar otra vez. Yo sólo quería tener un blue jean, pero no lo tenía. Yo quería vestir como las chicas modernas, como las amigas locas de mis primos. Mi look aniñado y ciertamente mongo, era lo que ya he llamado un suicidio social.
Llegué a la fiesta. Bajamos del carro. Me sentía simpaticona, no lo puedo negar. Me remangué un poquito mas la falda de algodón elástico para lucir mis medias pantys color plomo humo, y entré. Lo que vi ahí, no lo puedo olvidar hasta el día de hoy. Era una sala amplia y todos mis primos reían fuertemente. Además rodeaban a alguien que no podía ver. Sólo cuando uno de ellos se me acercó me percate que, rodeaban a cinco rubias de 15 años, peinados alborotados y minis de blue jean, unas Barbies adolescentes, regias y coquetonisimas de inicios de los 90. Para variar, Rochi no me quiso acompañar. Así que mi madre y mi tía me empujaron –yo quería llorar, sí, otra vez quería llorar- a la sala: "Anda mamita, ahí están tus primitos". Me senté en un sofá lejano a ellos al lado de otra monguita. Nadie nos paraba bola. NADIE. Mi cuerpo me quemaba. Mi boca me temblaba y mis piernas también. Me alcanzaron un vaso de Coca Cola, agradecí y lo recibí. Mientras veía con pena y envidia como las otras niñas llamaban la atención de los chicos, yo deseaba ser como ellas. Lo deseaba a gritos. En eso sentí una gota de agua en mi pierna. Sentí dos, tres. ¿Qué pasaba? El calor de mi cuerpo avergonzado era tal, que había hecho que se derritan todos los hielos del vaso. Me paré y huí al baño. Le rogué a Rochi que salga y me acompañe. Lo hizo. Entonces como no teníamos nada qué hablar, ¿saben lo que hacíamos? Nos reíamos para fingir que estábamos entretenidas. Y por si eso fuera poco, entonábamos estrofas de canciones (incluido el Himno Nacional), para lucir divertidas y chicas conversadoras de mundo. Lornas, pero felices y con tema de conversación era una buena combinación.
Hoy recordando todo eso sólo me queda suspirar. Y pensar cómo hechos cojudos pueden permanecer en la mente imborrables por años. Quedarse tan impregnados en una que, te devuelven ciertas sensaciones que en algún momento quisiera eliminar.
Los días pasaban en 1992. Y mientras en el colegio era una niña modelo que recitaba, cantaba (no bailaba), hacía oratoria, campeona de inglés y se destacaba en las nada populares Frases Mínimas, Perseo no me hacía caso. Finalmente descubrí que venía a las salidas del colegio no porque le gustaba yo, sino porque le gustaba una compañera mía. El corazón se me partió. Pero, se reconstituyó rápido porque me enteré que ella choteó a Perseo por su acné. Perseo se deprimió y no lo vi por algunos días. Pobre, me dolió como si me lo hubieran dicho a mí.
(…Continuará)

6 comentarios:

  1. gracias hermana jaja delicioso deliciosoooo ñam ñam sera q todo lo vemos comer?

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  2. jajajajaja ese Perseo huevón jajajaja

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  3. jaja ay ami, cosas de la chibolitud no? besiiiiiii en un ratito t llamo ya llegue a la casa.

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  4. Siempre es agradable ingresar a la intimidad de las personas. Cuando tienen el valor de contarnos lo que vivieron o aún viven, nuestro ego, saluda con valentía las historias que vivimos y que no nos atrevemos a contar.
    Felicitaciones sobrina. Vendrán tiempos mejores, te quiero mucho más que bastante. Un beso. Saludos.
    www.enriquebustamante.blogspot.com

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  5. q lindo comentario tio. gracias por tu amor y si, a veces nuestro ego quiere revivir y exponer nuestras experiencias, con el afan de encontrar un poquito de feedback. y claro, de sacarle la vuelta a algunos recuerdos q ahora recordamos con una sonrisa. un beso con amor para ti.

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